Un sofá debería mantenerse en buenas condiciones al menos durante 10 años. Si la estructura es robusta podríamos ampliar ese plazo perfectamente a un período de 20 años o más.
Lamentablemente no podemos dar una respuesta exacta a cuánto suelen durar los sofás puesto que existen una serie de variables que influyen enormemente en su duración.
Lo que sí que podemos hacer es darte una cifra aproximada teniendo en cuenta los materiales con los que esté construido tu sofá y sobre todo del uso que se le dé a este.
Cuánto tiempo dura en promedio un sofá
Podríamos decir a grandes rasgos que un sofá debería mantenerse en buen estado al menos durante 10 años pero todo depende de una serie de factores que a continuación te describimos.
Un sofá con una estructura robusta, unos buenos materiales de construcción y un uso moderado podría seguir usándose tras 20 o más años aunque también es cierto que cada vez se utilizan materiales más baratos y la calidad de los sofás por término medio ha disminuido en las últimas décadas.
Estructura del sofá
El armazón del sofá puede estar construido con madera maciza, material metálico (acero, aluminio), melamina o incluso plástico. Evidentemente la estructura de un sofá con estructura metálica o de madera maciza puede mantener su firmeza durante decenas de años.
En contraposición las modernas estructuras de melamina o incluso plásticos serán mucho más sensibles a sufrir deformaciones o incluso a llegar a partirse en el caso de que tengan que soportar mucho peso.
Material de los cojines y tapicerías
El relleno de los cojines es fundamental que sea de calidad para mantener su firmeza. Este puede ser de goma espuma de alta densidad o HR, muelles o incluso plumas. Los sofás que utilizan HR son los que mejor resultado acaban dando puesto que raramente perderán firmeza en un período inferior a los 10 años siempre y cuando el HR sea de buena calidad.
Los sofás de muelles tienden a deteriorarse con mayor prontitud.
En cuanto a las tapicerías lo que nos interesa es que sean lavables y desenfundables. Los sofás de cuero o piel son bastante duraderos pero también son más susceptibles a acoger manchas difíciles de quitar y requieren un mantenimiento continuado para mantener las propiedades de elasticidad de la piel aplicando hidratación cada cierto tiempo.
Los sofás de polipiel son mucho más baratos y dan apariencia de una mayor calidad pero suelen comenzar a cuartearse con facilidad si se le da un uso bastante frecuente.